Carta a tu ausencia III

No me alcanza la cabeza ni el tiempo para llegar a la conclusión adecuada de por qué lo hiciste. El dolor que yo siento, creo que nunca lo vas a entender. Y quizás un día te acuerdes de mí, un día después de años sin verme, y seguro hasta ese entonces me voy a seguir preguntando, ¿por qué? ¿Por qué me quisiste romper? ¿por qué no me ahorraste el dolor que me causauste? Tanto dolor me causaste, que aún mi cuerpo tiembla cuando recuerdo esos días, esas frases tuyas, llenas de odio, llenas de insensibilidad, llenas de alguien que ya no era mío, de alguien que no conocía, de alguien que ya no soñaba. Pero me quería quedar, sangrando para ver si en algún momento me veías y te dabas cuenta que era yo. Que me habías tenido en tus brazos, que sabías qué me daba miedo y que me hacía reír. Sabías lo que me dolía de la vida y lo que significaba para mi amarte. Y es que ya no lloro recordando lo que me hiciste, sino recordando cuánto te amé, cuánto te amé. Eras parte de mí. Me dolías en tu dolor y me llenabas en tus alegrías. Creía que tenía a alguien especial a mi lado, a alguien que no mostraba eso que lo hacía especial a nadie más, y quería, con todo mi corazón, que todos te vieran como yo te veía, que todos te valoren por lo que eras. Jamás te quise para mi, egoístamente, y si algún día así lo sentiste, o sentiste que te quise cambiar, quiero que sepas que era porque creía que así ibas a estar mejor. Que ibas a ser más feliz. Y no, no siempre tuve la razón. Sólo quiero olvidarte.
El amor se supone que todo lo puede, se supone que no muere, se supone que no lastima. Y me di cuenta que este no es el amor que creí que teníamos. El amor que tanto atesoraba. Te amaba tanto que hasta te quería cuidar de mis errores del pasado. Jamás te involucré en la suciedad en la que yo había estado, no quería que tocaras eso, eras tan puro y santo para mí, que hasta decidí alejarme por sí mis errores te hacían daño, te amaba. Te amaba. Te amaba. Te amaba. Te amaba con mi cuerpo. Te amaba con mis manos. Con mi mente, con mi ser. En cada cosa que hacía te traía conmigo. Cada logro lo festejaba con vos, aunque no supieras de mi ni yo de vos. Pero lograste lo que ni el tiempo ni la distancia pudo hacer con mi amor por vos: que se agotara.

Ya no quiero que me duelas. Ya no quiero acordarme de cuánto te amé. Yo no me puedo haber enamorado de vos. No sé quién sos. Ya nunca más lo voy a saber.

Carta a tu ausencia II

Hola amor. Ya pasó un año. Pasa el tiempo y me envuelve de miedos, de tristezas, de finales que no acabaron con todo, conmigo.

Ojalá pudiera decirte otras cosas, como por ejemplo, que lo nuestro tiene esperanzas, pero entre tu amor y yo, me prefiero a mí misma que soy con quien paso todos los días de mi vida. Ojalá pudiera soñar con que nada de lo que pasó, pasó, que ninguna de las heridas que me causaste están ahí, y que si quedaron cicatrices, el tiempo ya se está encargando de borrarlas. Pero te estaría mintiendo.

Seguís siendo lo que más amé de estar viva y me preocupa no volver a sentirme así nunca más. Merezco tener todo eso que soñé a tu lado aunque ya no sea a tu lado, y ojalá un día entiendas, que mi amor era infinito, y que tu maldad debió ser infinita para ser suficiente, y ser capaz de matarlo.

Carta a tu ausencia I

Si supieras tan luego tú, que siempre he sido la misma, que nunca me he ido, que quizás tanto no me conocías, que aún estás aquí, dentro. Si supieras que te pienso, que existes en mi vida aunque ausente, que estás en mi respirar como un suspiro, corto y lleno, lleno del amor que acabó en ese último beso.

Si supieras que los domingos son imposibles y mis manos aún te buscan dormida, que mi espalda lleva tu nombre y mis ojos aún conservan tu brillo. Si supieras, tan luego tú, que aún te amo y te sueño, quizás sólo así, volverías.

De Robertis: Un camino de ida

No quiero dejar de mencionar este libro, que no tiene desperdicio si de biología molecular se trata. En nuestra Facultad nos lo recomendaron como bibliografía de interés para preparar nuestro examen de ingreso, pero la verdad es que estoy segura que te va a servir para revisar durante el resto de tu carrera.

Si somos honestos, todos sabemos que la biología no es una materia que se pueda resolver con pura memoria, sino que es de suma necesidad relacionar conceptos con funciones y partes, pero sobre todo, es fundamental poder visualizar las partes para entender su ubicación, composición y función. La biología molecular -que es la biología que explica los fundamentos de la biología celular- se focaliza en elementos formes microscópicos imposibles de relacionar con algo lo conocido, por lo que la imaginación quizás ayude un poco.

Sus gráficos, esquemas y fotografías te van a atrapar. Además, sus líneas son de fácil comprensión gracias al vocabulario claro y perspicaz empleado en esta edición.

Definitivamente, va s ser una gran inversión.

Processed with VSCO with hb1 preset

 

Nos teníamos

Era tan especial saber que nos teníamos, el uno al otro, tan cerquita, como para un abrazo o un poco de amor; saber que nos teníamos… No con un significado posesivo, si no con un sentido que los dos entendíamos bien si nos mirábamos a los ojos, saber que no hacía falta nada, si tan sólo nos teníamos.
Éramos amigos, de los más buenos. Porque no sólo nos gustábamos, sino que nos amábamos, y amábamos todo lo que rodeaba a cada una de nuestras personalidades: Una canción, un aroma, una comida, un lugar, un color. Lo amábamos, pero no como algo que tomamos por propio… Y eso tiene una explicación. Nada en mi, ni tu canción, ni tu aroma, ni tu comida favorita, ni tu lugar en el mundo, ni color eran míos, y como si supieran todas estas cosas brillar en su origen, te hacían más bello a vos, cuando me las compartías como a un invalorado tesoro. Y admirarte era un placer, un saludo a la vida, era vibrar, era sentirte especial a vos y sentirme especial en mi, por saber que te tenía. Te tenía, y aunque ya no te tengo, mi vida recuerda como en un hondo y sin sabor estorbo, todas nuestras memorias, que ahora están muertas, pero que en algún momento estuvieron vivas, y así nos hicieron sentir a ambos. Vivos, en el otro.
Ojalá pueda recordarte algún como se sentía en aquellas fotos, sin que duelas como ahora, sin que, el saber que ya no estás, y que quizás no te conocía tanto como pensaba, dolieran en un acalorado y ahogante latir, que sale de mi pecho y te llora a ti.