1 de Abril de 2016, una inolvidable experiencia bajo el agua

Claramente, haberlo soñado costó una realidad. Hace mucho tiempo esperaba, muy ansiosa, poder asistir a un recital en Buenos Aires ya que, la mayoría de los artistas que más me gustan no llegan al interior del país por una cuestión de baja demanda financiera. Sin embargo, cuando me enteré de que Coldplay iba a venir a la Argentina (diciembre de 2015) no perdí el tiempo en preguntarle a mi mamá si podíamos ir, aún a sabiendas que la respuesta más probable iba a ser no. Fue esa misma tarde que averiguando el precio de las entradas y tratando de calcular el presupuesto del viaje, incluyendo los pasajes en colectivo, nos decepcionamos. Pero no fue tan triste, ya que estábamos acostumbradas a resignarnos a éste tipo de ideas tempranamente. De igual modo, las casualidades no existen, sino las causalidades y esa misma tarde lo comprobé.

Mientras mi hermana pasaba la siesta en Facebook vio un anuncio que decía algo de viajar a ver el recital de Coldplay en marzo de 2016. Le dio click al anuncio y nos redirigimos a la página de una empresa de turismo cordobesa que organizaba viajes a recitales en la capital del país. Ofrecían promociones para disminuir costos entre el viaje y los tickets, y wow, era la primera vez que escuchaba algo así. No dudamos en llamar al teléfono que proveían para averiguar más de ésto y el chico al teléfono fue muy amable. Nos informó de todas las dudas que teníamos anotadas en una hoja de papel para no pasar por alto nada, y el precio parecía irreal. Muy barato. Las entradas que disponían eran sólo para campo y  más el viaje, todo junto, era bastante accesible. Eso nos generó dudas, idas y venidas, y varios mensajes intercambiados con la empresa como para evacuar cualquier inseguridad respecto al viaje. Pero al ver que pasaba el tiempo y las entradas se agotaban a la velocidad de la luz decidimos actuar. Hicimos el primer depósito para reservar las entradas y el segundo para completar el pago cerca de la fecha del concierto. Así, llegada la semana del mismo, viajamos con mi mamá desde Chilecito, La Rioja, a la Ciudad de Córdoba, donde vive mi hermana y desde donde partiría el colectivo.

Casi que entendemos mal desde dónde saldríamos hacia La Plata y pasamos de largo en el bondi urbano, pero nos bajamos a tiempo en el lugar correcto. Fue una noche de pura adrenalina. Al bajarnos encontramos a muchas personas a la espera de los colectivos que los llevarían a La Plata, segunda cosa que me pareció sumamente interesante, ya que solo me esperaba a un pequeño grupo de personas a la espera del mismo colectivo que yo. Sin embargo, la plaza Vélez Sárfield se llenaba cada vez más y más hasta que a las 11:15 pm ya estaba repleta. Fue increíble ver a la gente ansiosa por el mismo motivo que yo.

Llegó el colectivo, y corrimos. El chico nos reconoció en un instante, éramos las chicas de La Rioja en compañía de su preocupada mamá. Cabe destacar su amable trato para con nosotras.

Viajamos toda la noche y ya entrada la mañana yo no podía más del sueño y la emoción. No quería dormirme para no perderme de nada que el paisaje llano me ofrecía, era hermoso. Buenos Aires me enamoró, ¡vi el obelisco! Y no fue a través de la televisión. 

Una vez ya en La Plata, mi ex-suegro nos estaba haciendo el favor de guardarnos un lugar privilegiado en la fila para ingresar al Estadio Único de La Plata. ¡Gracias Juan! Te amamos.

La espera fue eterna, llegamos a las 11 am y esperamos en la fila hasta las 4 pm, cuando recién dispusieron a abrir las puertas del estadio. Entre tiempo y tiempo, almorzamos una hamburguesa de un puestito callejero, tomamos mate y nos desesperamos cuando a las 3 pm comenzó a llover. Mi mamá, que nos seguía a la distancia en la fila, amorosamente nos compró un par de bolsas de consorcio para cubrirnos de la incipiente lluvia, de la que también se refugiaron en nuestra bolsa algunas personas amigable de la fila. La prueba de sonido no acababa, ya no aguantábamos el frío en todo el cuerpo. Mis zapatillas eran canoas rebalsadas de agua y mi pelo, bueno, mejor ni hablar. Los guardias encargados de ordenar la desordenada fila nos separaron en grupos. Mi hermana y yo estábamos en el segundo.

Revisaron y cachearon al primero, y después siguieron con nosotros. ¡Que emoción! Ya casi estábamos adentro. Nos habían advertido que teníamos que entrar y comenzar a correr para ganar el mejor lugar cerca del escenario, así que así tratamos de hacer. No podía salir de mi shock, tan tasí que no logré sintonizarme con el chico que recibía las entradas para darle la mía y pasar girando el molinete que abría paso al estadio. No entendía nada.

El estadio era inmenso. Me paré cinco segundos a contemplar su inmensidad y continué corriendo hasta alcanzar el lugar más cercano al escenario. La espera continuaba. Fueron eternas las horas debajo de la lluvia, con hambre, frío, sueño y muchas ganas de ir al baño. Pero no podría salir, no al menos si quería conservar mi beneficiado lugar.

Todo se amenizó cuando salió en escena Lianne La Havas, cautivante. Me dejó impactada su gran voz. Sin embargo, seguía esperando a Coldplay, seguía impacientemente.

Y bueno, cuando llegaron y el concierto comenzó, creo que no hace falta describirlo, las fotos hablan por sí solas. Espero que las disfruten y les gusten mucho. La lluvia hizo difícil sacar buenas capturas. Mi cámara, mi reloj de muñeca y mi barrita de cereal quedaron empapadas, pero hice lo mejor que pude para capturar ese momento.

He aquí las fotos.

¡Gracias por leerme!

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